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viernes, 18 de octubre de 2013

Siete cosas que aprendí en el Camino de Santiago

Durante los meses de agosto y septiembre de este año, recorrí caminando y durante treinta y ocho días los casi mil kilómetros que separan Canfranc Estación (en pleno Pirineo Aragonés) de Muxía, siguiendo las flechas amarillas que marcan el Camino de Santiago y su prolongación hasta Finisterre y Muxía.

La peregrinación a Santiago de Compostela ofrece al romero con la mente abierta la oportunidad de librarse de pesadas cargas, desconectar de la vida cotidiana y aprender cosas nuevas de sí mismo y del mundo que le rodea con cada paso que da. Me decía una peregrina este año que durante el Camino es como si viviéramos toda una vida concentrada en unas cuantas semanas.

He querido aprovechar esta entrada para reflexionar sobre las cosas que un profesional de los Recursos Humanos puede aprender haciendo el Camino de Santiago. Aquí os dejo algunas de mis reflexiones al respecto:

Foto de Jenna Ebert
Se camina mucho mejor acompañado que solo. Aunque muchas veces necesitas estar sólo o caminar a tu ritmo, el saber que tienes un grupo en el que apoyarte en esos momentos bajos que se tienen al abordar las jornadas más duras ayuda. En algunos casos eres el que recibe apoyo y en otros el que lo ofrece. ¡Qué puede haber mejor que repartir el peso de la mochila entre varios! Como profesional de Recursos Humanos es vital que facilitemos la creación de equipos de trabajo dentro de nuestra empresa. 

El entrenamiento y la práctica nos hacen mucho más eficientes. No hay nada como ver lo que tardas en guardar el saco y preparar la mochila para empezar a andar los primeros días, tarea que te puede llevar entre unas cosas y otras buena parte de una hora, y compararlo con la efectividad de movimientos del último día saliendo del albergue en el que sabes que en diez minutos lo tienes todo listo. Aprendes a hacer las cosas más rápido y mejor simplemente mediante la práctica. Desde Recursos Humanos es nuestra labor ayudar a los empleados a que tengan tiempo para mejorar en las labores que desempeñan bien mediante la práctica o con la formación adecuada que les ayude a mejorar en sus distintas labores.

Se consigue mucho más siendo amable y con una sonrisa. Cuando te encuentras con un conflicto, y la simple convivencia en el Camino ya es un caldo de cultivo para ello, en la mayoría de los casos se obtiene una mejor solución para todos tratando de ser amable. No siempre ocurre, y es que hay gente para todo en todos sitios, pero cuando el ambiente se tensa incluso a nivel personal es mejor abordarlo de esa manera. Esto es un debe en nuestra forma de tratar a cada uno de los empleado, tanto a la hora de pedir un esfuerzo adicional o transmitir malas noticias, el ser una cara amable ayuda a la persona que está al otro lado.

El esfuerzo y la satisfacción por lo conseguido son la mejor recompensa cuando nos gusta lo que estamos haciendo. Y si encima lo compartes con la gente que te ha ayudado a conseguirlo en la plaza del Obradoiro ya es como coronar la pirámide de Maslow. En Recursos Humanos hablamos continuamente del salario emocional y la necesidad de hacer visible al empleado dicho salario emocional. Muchas veces nos dejamos olvidado lo más evidente consistente en hacer ver al empleado lo conseguido y que se sienta orgulloso por ello.

Foto de Miguel Rodríguez
Absolutamente todo el mundo tiene la capacidad de enseñarte algo o sorprenderte. Esto nos exige escuchar, observar y, lo más difícil de todo, evitar prejuzgar a la gente. El profesional de Recursos Humanos que cree saberlo todo y que es incapaz de escuchar no aporta nada a la organización.

Cuando nos preocupamos más de lo que pasa fuera de lo que tenemos dentro, nos desequilibramos. Esto puede afectar muy negativamente a la peregrinación. Si te frustra lo que está pasando a tu alrededor, gente caminando sin mochila, cogiendo taxis, etc., y estás ignorando tus propias sensaciones y experiencias. Necesitas conservar el foco en ti mismo para sacar lo mejor de cada cosa. Lo mismo nos pasa en Recursos Humanos, debemos ser conscientes de lo que ocurre en nuestra casa, en nuestro departamento, nuestros problemas y responsabilidades y una vez tengamos claro y en equilibrio lo que hacemos podremos analizar con claridad lo que está pasando fuera y que otras prácticas están poniendo en práctica otras organizaciones.

La planificación es necesaria e importante, pero hay que ser flexible y con capacidad para improvisar. Nuestro plan de viaje nos tiene que establecer unos objetivos finales, pero debemos ser capaces de identificar cuando esos objetivos son inalcanzables y tenemos que modificarlos o cuando surge una nueva oportunidad de alcanzar un objetivo mejor. El futuro es impredecible y desde Recursos Humanos tenemos que ser uno de los departamentos con mayor capacidad de adaptación a la situación de la empresa. Lo que al inicio del año planificamos como un año apacible en el que vamos a reformular la estructura de competencias y puestos puede convertirse en una locura de año en la captación de nuevo talento que nos imposibilita conseguir lo planificado inicialmente.

Si queréis ver el detalle de mi experiencia en el Camino, lo podéis ver AQUI.