No soy un recurso, te digo mientras eludes mi mirada hundiendo la tuya en el café. No soy un recurso, te repito por si no ha quedado claro la primera vez. Es más, fuiste tú quien me etiquetó así al contratarme tras una entrevista, pero también fui yo quien consintió en que me llamaras así durante todos estos años.
No quiero que pienses que este es el final de nuestra relación laboral, pero empieza a valorar que es necesario redefinir los términos en los que trabajamos unos con otros. Considerarme o tratarme solamente como un medio para conseguir lo que necesitas es empobrecer nuestra relación.
Deja de buscar porque tampoco soy un activo, ni talento, ni un coste, ni una fila en tu hoja de cálculo, ni una fase de alta, ni la posición que ocupo, ni capital humano, ni trabajador de cuello blanco, azúl o verde. Soy un poco de todo, sí, pero en conjunto supero cada una de las definiciones que me quieras dar y tienes que aprender a verlo para que todos podamos dar lo mejor de nosotros.
Es necesario que veas de una vez por todas que, como persona humana, te puedo aportar mucho más que como un simple recurso. Los recursos no se comprometen, los recursos no aportan soluciones únicas y diferentes, los recursos no son capaces de aportar su experiencia a la información disponible y generar conocimiento, los recursos no son capaces de ir más allá de las competencias que has definido para su puesto.
Asúmelo, el futuro pasa por personas que sean capaces de aportarte más a la organización de lo que un ejercito de recursos en toda una vida laboral generarán. Pero recuerda, no soy un recurso.
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Deja de buscar porque tampoco soy un activo, ni talento, ni un coste, ni una fila en tu hoja de cálculo, ni una fase de alta, ni la posición que ocupo, ni capital humano, ni trabajador de cuello blanco, azúl o verde. Soy un poco de todo, sí, pero en conjunto supero cada una de las definiciones que me quieras dar y tienes que aprender a verlo para que todos podamos dar lo mejor de nosotros.
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Asúmelo, el futuro pasa por personas que sean capaces de aportarte más a la organización de lo que un ejercito de recursos en toda una vida laboral generarán. Pero recuerda, no soy un recurso.